No tengo mucha idea de fotografía, así que no se apreciar los detalles que convierten a una instantánea en única. El contraste, el encuadre, el enfoque, … todo eso son cosas que se me escapan. Las fotografías que yo hago, de mi familia y de mi vida privada, a veces simplemente salen bien.

Pero sólo salen bien gracias a que hago muchas buscando ese momento, ese instante perfecto, y cuando lo capturo en realidad no sabría decir por qué esa foto salió mejor que las anteriores. La luz, la sonrisa, la mirada…

Y algunas veces veo una fotografía, en una revista o en internet, y no puedo evitar quedarme enganchado a ella. Volver una y otra vez a mirarla fascinado, totalmente absorbido por las sensaciones que me produce y por el calor que me inspira.

En este caso la fotografía no parece muy distinta de una que podría haber tomado yo, con mi torpe técnica.

Sin embargo se nota que está planificada, buscando unir la foto antigua de la madre entregada a su hija, con la foto actualizada de una madre frágil a la que su hija mira con la misma entrega.

Quizá porque hoy es uno de esos días en que todo se hace más cuesta arriba, volver a mirar esta foto una y otra vez me hace sentir bien. Tengo una hija, más o menos de la edad de la pequeña de la foto, y tiene una madre que la cuida con la misma entrega. Justo en el clavo.

Desconozco al autor original de esta fotografía, la he encontrado en los fondos oscuros de Internet y no puedo dar el crédito apropiado a la persona que la ha hecho. Si la conoces estaré encantado de editar esta entrada y añadirlo.

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