Cuando hace unos años mi hijo estaba en edad de empezar a hablar tenía una especial fascinación por los autobuses, sobre todo, pero también por los coches y camiones. Nada extraordinario en un niño, lo se, de hecho sus primeras palabras fueron “mamá” y “papá”, pero también “Renault”, “Citröen”, “Audi”, etc.
Cuando me veía llegar a casa del trabajo se quedaba impaciente a mi lado, tirándome de la pernera del pantalón mientras yo dejaba todos los trastos, hasta que me sentaba con él en el ordenador a jugar a cualquier juego relacionado con los coches.
El juego estrella era sin duda el de los autobuses, concretamente era el Bus Driver, un sorprendente simulador de autobús del que incluso ahora tengo en el Mac una versión instalada (5,99€ en el Mac App Store).
Cuando no tocaban autobuses tocaban camiones, y el juego de los camiones no era ni más ni menos que el sorprendente Rigs of Rods. No es el tipo de juego que le pondrías a un niño, en realidad ni siquiera es un juego ya que consiste en un simulador de vehículos con un motor de física hiper-realista desarrollado por fans sólo por el placer de poder conducir grúas, camiones de gran tonelaje, etc.
El último recurso, y sin duda el más extraño, eran las paginas con colecciones de emblemas de coches. Teníamos una o dos favoritas, accedíamos a ellas y nos dedicábamos a leer las marcas una por una. Le costó mucho empezar a hablar, así que si sus primeras palabras tenían que ser marcas de coches no podíamos dejar pasar la oportunidad. Teníamos que hacerlo a lo grande 🙂