Hace unos días instalé la versión gratuita de Minecraft en el iPad. No he instalado la versión completa porque cuesta un dineral (5,99 €) pero también porque no tenía claro si era una aplicación para nosotros.
Minecraft es una aplicación de construcción en 3D que te sitúa en medio de una isla desierta, con herramientas para poner y quitar bloques en cualquier sitio de una forma más o menos intuitiva. Eso significa que puedes construir montañas, casitas, y con paciencia incluso puedes llegar a hacer construcciones megalíticas.
Tiene también una parte de juego de ordenador, pero lo que más me fascina de este fenómeno de Internet es precisamente esa capacidad de construir como en los juegos infantiles de bloques.
Puedes buscar en Google Images para ver rápidamente el tipo de construcciones que hace la gente, o ver en YouTube la cantidad de usuarios que graban sus mundos y los exhiben.
Puedes encontrarte réplicas de monumentos reales
O imaginarios
Mi hijo enseguida tuvo curiosidad, aunque no entendió bien la dinámica del juego y tuve que quedarme un rato con él hasta que lo empezó a dominar. Me ha dicho que está muy bien, que a ver si le compro la versión completa (claro y directo) para poder grabar partidas.
Nos gusta el Lego, pero todos los que hemos jugado alguna vez sabemos que es muy frustrante quedarte sin piezas. Y la ventaja de los juegos de construcción como Lego no es tanto el aprender a manipular objetos, que tiene su importancia en las primeras etapas, como el aprender a imaginar, diseñar, proyectar y constuir.
Y admitámoslo. En Minecraft no hay límites…