– Papá, ¿es verdad que se va a acabar el mundo?

– Hijo mío, he vivido ya unos cuantos años.

Y en este tiempo he tenido la oportunidad de escuchar a un buen montón de imbéciles asegurar que el fin del mundo iba a llegar, bien porque los planetas iban a alinearse, porque pasaba el cometa Haley, o por otras causas que ahora ya he olvidado.

Y en todas las ocasiones en mi casa, cuando llegaba el día del fin del mundo de turno, me sentaba con los míos a esperarlo. Recuerdo haberme asomado al balcón, con una coca-cola y unas patatas fritas, a ver si veía los planetas alineados.

O a ver al cometa Haley, que contribuyó a mi afición por la astronomía pero no a que se acabara el mundo.

Porque en ninguna de estas ocasiones se acabó el mundo, como puedes suponer. Cuando seas mayor entenderás por qué hay imbéciles dispuestos a decir cosas como esta, y por qué hay quien está dispuesto a creerles.

Mientras tanto, hijo mío, cojamos unas coca-colas y unas patatas fritas.

Hoy va a ser un gran día para contarle a tus hijos.

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