Hace tiempo hicimos una visita a casa de unos amigos, y mientras los mayores estaban enzarzados en extrañas discusiones los más pequeños empezaron a cansarse de jugar con los juguetes que tenían disponibles. Pedí permiso para coger prestado el ordenador y entretener a los niños, lo que me sirvió además como excusa para escabullirme, y senté a todos alrededor del ordenador. ¿Y ahora qué hacemos chicos? Unos ya estaban cansados, y no querían saber nada …

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